Custodia del territorio: otra verdad incómoda

Unos días antes de navidad me encontraba en un taxi cuando escuché en la radio hablar sobre custodia del territorio. Curiosamente llevaba un tiempo escuchando este término y no llegaba a hacerme una idea de lo que significaba así que, para no tener dudas, decidí informarme y descubrir una realidad a la que sin duda es necesario acercarse.
Últimamente es habitual escuchar noticias de los ambientalistas que hacen saltar las alarmas, hablándonos sobre cambio climático, recursos ilimitados y la crisis que el planeta tierra sufre. Poco a poco tomamos conciencia del deterioro que estamos provocando, comenzando a experimentar las consecuencias que conlleva nuestro modelo de vida. Como decía mi abuela: lo bárato sale caro. Y es que vivimos demasiado bien. Pero ¿debemos estar preocupados?
La explosión demográfica mundial, con más de 7 mil millones de habitantes, y el consumismo agudizan la escasez de recursos y las tendencias negativas de la biodiversidad. Somos demasiados y los recursos son limitados.
Estas tendencias negativas nos llevan hacia el quiebre general de las estructuras económicas y sociales de las que hoy dependemos, como el acceso a muchos artículos de consumo básicos: plásticos, productos químicos, pesticidas, la refrigeración… Así como el deterioro del terreno.
En este punto mi tranquilidad comienza a tambalearse : cuanto más averiguo y contrasto informaciones veo cómo el colapso de los ecosistemas llevará a nuestras sociedades, insostenibles y dependientes, a un derrumbe seguro. Nos dirigimos hacia un muro.
Pero no es todo tan catastrófico. Por fortuna, la actividad agraria está cambiando sus objetivos, provocando que la garantía de la calidad de los alimentos o la conservación de valores naturales adquieran cada vez más importancia. Es aquí donde entra la custodia del territorio.
Un poco de ayuda, por favor
Por suerte, parece que cuando algo te interesa la vida pone en tu camino la ayuda que necesitas, así que cuando me dispongo a hablar en mi grupo de amigos sobre este tema descubro que una querida conocida lleva años dedicada a la custodia del territorio, y la recuperación de la biodiversidad, así que quién mejor que ella para explicarme en que consiste.
Me pongo en contacto con Patricia García Peña, que trabaja en la fundación FIRE, y que no duda en gastar su tiempo en ayudarme a comprender en qué consiste esta tendencia. Conoce bien la realidad de la situación y sabe de la importancia que tiene que las personas entendamos la razón de su trabajo.
Por lo que me cuenta, las entidades de custodia son, organizaciones sin ánimo de lucro que se encargan de gestionar territorios con diferentes objetivos de conservación, recuperación o restauración ambiental. La forma de trabajo es muy simple. Se contacta con el propietario del territorio que se quiere conservar y se le exponen las ideas y actuaciones que la entidad tiene para ese lugar para llegar al objetivo buscado (por ejemplo, recuperar el hábitat del lince ibérico).
Al propietario no le supone ningún gasto monetario, pero tampoco ningún beneficio. Patricia asegura que esa es una de las cosas que desde todas las redes y entidades de custodia se está intentando cambiar. Buscan que las personas que realizan un esfuerzo por conservar y recuperar el medio ambiente sean recompensadas con algún tipo de beneficio económico por parte de la administración. Al fin y al cabo estas actuaciones repercuten en toda la población, no solo a nivel biológico, sino paisajístico o alimenticio.
La primera de estas experiencias en nuestro país surgió en 1975 con la creación del Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega en Segovia, promovida por Félix Rodríguez de la Fuente y WWF/Adena. A ésta le siguieron muchas otras acciones promovidas por organizaciones como ADENEX, SEO/Birdlife, Fundación Oso Pardo, Fundación CBD-Hábitat o Fundación Global Nature.
Me voy dando cuenta de que nos enfrentamos a otra verdad incómoda, que comienza a unir a todos los seres humanos del planeta en una alianza común, donde aún cabe la esperanza de movilizar la energía colectiva necesaria para detener la marcha del planeta hacia la catástrofe. Habrá quien pueda pensar que hubiese sido mejor no establecer esas áreas custodiadas, pero lo más probable es que todos esos lugares excepcionales no existirían hoy si no fuesen áreas protegidas.
La custodia del territorio busca, en resumen, conservar la biodiversidad y permitir un desarrollo comunitario sostenible. Os dejamos un video que nos ayuda a recordar el maravilloso mundo que tenemos y nos lleva a tomar conciencia sobre la necesidad de proteger nuestro mayor patrimonio: el planeta tierra.

Contacto: Puedes escribirnos a hola@somosquiero.com y compartir en tu redes:

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