Desde Quiero salvar el mundo haciendo marketing hace años que defendemos que la sostenibilidad y el negocio no están reñidos. Es más, sabemos que la sostenibilidad representa, una excelente oportunidad de negocio, abriendo, en ocasiones, la puerta a nuevas oportunidades, productos, servicios, etc.
En un país como el nuestro, en el que el sector servicios se configura como el más desarrollado y con una economía muy focalizada en el ocio, no es de extrañar que aparezcan iniciativas para hacer que los espacios de diversión y relax se conviertan en lugares y actividades sostenibles. Decimos que no es de extrañar porque, como ya venimos defendiendo desde hace varios posts, el consumidor se muestra dispuesto a adquirir y consumir productos y servicios más responsables. ¿Por qué el ocio iba a estar exento de este interés del consumidor?
Cada vez es más habitual la apuesta de sistemas alternativos de ocio, buscando tanto proximidad como un respeto más acusado por el medio ambiente. Así, encontramos múltiples ofertas de alojamientos rurales, ligados tanto a la conservación del espacio natural como al consumo y potenciación de productos y servicios locales.
Pero para hablar de actividades de ocio vinculadas al turismo no hace falta que hablemos solo del turismo rural. Podemos hablar, también, del nuevo panorama que la economía colaborativa está dibujando en las ciudades. La posibilidad de viajar de una ciudad a otra compartiendo coche, gestionado a través de plataformas como Bla Bla Car nos brinda una oportunidad mucho más sostenible de viajar que utilizando nuestro coche privado. Del mismo modo, AirBnB permite poner en contacto a particulares en pos de un alojamiento distinto, cercano y alternativo. En un estudio llevado a cabo por la propia plataforma, se afirmaba AirBnB generó 128 millones de euros de actividad económica en Barcelona, con el consecuente impacto que esta cantidad supone para la economía de la ciudad.
Y no se trata solo de crear una nueva oferta de ocio que dé respuesta a las necesidades en ocio sostenible y responsable de los consumidores más concienciados. También creemos que se debe apostar por reconvertir actividades ya existentes para adaptarlas a las nuevas necesidades del mercado. Determinadas actividades de ocio y de turismo generan un impacto en el ambiente difícilmente aceptable a día de hoy. La recogida selectiva en lugares de alta concentración de personas, como playas, centros de ocio, lugares turísticos, etc., se ha vuelto una práctica normalizada que ayuda a reconducir el volumen de residuos que se generan en estos puntos. Por ejemplo, resulta paradigmático el esfuerzo que se está haciendo en la organización de festivales de música, tanto en nuestro país como fuera. Festivales como Coachella y Glastonbury, fuera de nuestras fronteras, y Primavera Sound o Festival SOS 4.8, por poner dos ejemplos en nuevos país, han incorporado en su organización una política de responsabilidad social centrada en la gestión sostenible y responsable de los residuos generados, con programas de reutilización y reciclado de vasos y demás desechos. Igualmente, la compensación de emisiones, la apuesta por proveedores locales, la promoción de transporte compartido y del transporte público para acudir al evento, etc., son algunas de las acciones que se están llevando a cabo.
Con la primavera a la vuelta de la esquina, las oportunidades de disfrutar de nuestro tiempo libre se multiplican, ya sea en forma de actividades puntuales o de unas (¡merecidas!) vacaciones. En nuestro camino hacia la sostenibilidad y la responsabilidad de nuestras actividades, la diversión consciente tiene un papel muy importante. Nuestras elecciones hacen la diferencia y la suma de una serie de comportamientos individuales influye en el colectivo. Las opciones responsables se multiplican y apostar por ellas significa alimentar la tendencia sostenible. ¡No bajes la guardia!
Fuente de la imagen: Lali Masriera
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