Entrevista a José Cristóbal Ferreras, miembro de Fridays For Future
Justicia climática para evitar la destrucción de millones de vidas en el planeta y un cambio radical del sistema basado en combustibles fósiles. Son algunas de las demandas de Fridays For Future, un movimiento joven y de jóvenes que exige a la UE reducir las emisiones un 85% para 2030 y llegar a cero neto en 2035.
Hay una nueva generación de jóvenes que han salido a la calle para protestar. Para decir basta y plantar cara a los poderes políticos y económicos. Liderados de forma espontánea por Greta Thumberg desde agosto del año pasado, el movimiento – totalmente diverso y trasversal –, hace una crítica directa al modelo económico basado en la quema de combustibles fósiles y va más allá de una defensa de no superar el grado y medio de temperatura planetaria: “buscamos la justicia climática, porque entendemos que no podemos basar la lucha por quedarnos por debajo del grado y medio en la explotación de los países del Sur global, que es lo que lleva sucediendo desde la era industrial, con el colonialismo que viene asociado con la explotación”, comenta José Cristóbal Ferreras, miembro de Fridays For Future. “Tenemos que pensar que vivimos en un mundo muy complejo, con personas, con seres vivos que tenemos que defender en muchos niveles”.
P: ¿Cómo se prepara Fridays For Future para esta COP25 que ha cambiado de escenario?
Teníamos asumido una responsabilidad especial para la Cumbre en Chile, en la que íbamos a participar en todos los espacios, incidiendo tanto en la zona verde como en la azul, y en los espacios de cumbre social paralelos, como la Cumbre de los Pueblos.
Aquí en España, aunque tenemos poco tiempo, no nos hemos querido quedar atrás y hemos decidido participar también en todos los espacios porque entendemos que la movilización social es esencial para generar una transición real teniendo en cuenta la justicia climática. Actualmente, los políticos se quedan anclados en el pensamiento más político de la economía, sin pensar que estamos hablando de vidas humanas: millones de vidas que estamos destruyendo si no tomamos soluciones inmediatas. Esto hace que todo cambie de perspectiva.
P: En concreto para la UE, ¿cuál es el pedido que hacéis desde el movimiento?
Demandamos a la UE que haga reducciones del 85% de aquí a 2030. Puede parecer imposible, pero si nos enmarcamos en la justicia climática nuestra responsabilidad es hacer más por el planeta desde estas latitudes de lo que están haciendo el resto de los países. Además, entendemos que para 2035 deberíamos llegar a un cero neto en emisiones. Esta propuesta ya la hemos presentado como iniciativa al Consejo Europeo y estamos en un momento de recoger firmas.
Lo hemos hecho así porque hemos perdido la esperanza en que los políticos nos den una solución. Nos llevan fallando desde las primeras Cumbres, como la de Kioto, donde se dice desde arriba lo que deben reducir en emisiones. Son los mismos países los que proponen lo que van a reducir, y esto no tiene ningún sentido porque no es vinculante. No se puede esperar que países basados en una economía de capitalismo extractivista, propongan unas reducciones coherentes para dar solución a la crisis climática.
Hoy realmente no tenemos esperanza de que este tratado genere vincularidad, de que las soluciones que se propongan el día 14 cuando termine la Cumbre sean efectivas. Sí esperamos que se incremente la ambición por parte de la Unión Europea, que es un motor de cambio a nivel global, tanto en política como en modelo económico y social.
P: Para Future For Fridays, ¿qué nos estamos jugando en esta Cumbre?
En la actualidad no hay una normativa en el Tratado que permita a países que hayan salido del Acuerdo, volver a entrar. Como mínimo, es necesario ver cómo incorporar a esos países que se han quedado fuera y que quieran volver a ser parte. Porque este juego, o lo jugamos todos o no vamos a poder avanzar. En el Tratado de París tenemos la brecha de carbono de 15 giga-toneladas, lo que supone un 30% de las emisiones anuales que nadie va a reducir. Por nuestra parte, esperamos que algún país, inclusive la Unión Europea, tome la iniciativa de comenzar a reducir la brecha de carbono para no quedar muy por encima del 1.5ºC.
Por otra parte, y ya hablo a título personal porque en nuestro movimiento somos personas, no voceros, en la COP25 creo que lo que se juega no es la carta de las instituciones, sino la de la sociedad civil: qué podemos hacer la sociedad civil para cambiar el mundo. Y lo que podemos hacer, nuestra responsabilidad, es organizarnos y movilizarnos para exigir a los poderes económicos e institucionales que se comprometan realmente, no en vacío.
Esperamos un libro de normas que obligue a los países a cumplir con los compromisos para quedar por debajo del grado y medio. Y es muy importante, por ejemplo, la democratización de la energía y de la alimentación. Porque actualmente nos alimentamos de los países del Sur: la carne de Brasil, las legumbres de África, la soja de Latinoamérica. La alimentación no viene de nuestro propio país, viene de países a los que explotamos y a los que estamos expropiando sus recursos. Si no salimos a protestar para alimentarnos de nuestros propios recursos, no sé qué futuro nos espera.
El problema es que no estamos ante una una carrera de años: vamos a contrarreloj. Está en juego el futuro de todo el planeta, de esta generación y de las que viene, porque si no va a ser insostenible. Habremos generado una desigualdad tan grande que no habrá solución a este problema.
Nuestra esperanza está en que la sociedad civil pueda ser un agente de cambio, porque puede exigir a los políticos que cambien su forma de pensar en el dinero y pasen a pensar en la sociedad. Personalmente, no tengo mucha confianza en la COP25, pero sí en una sociedad civil organizada.
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