Entrevista exclusiva a Dafne, ninfa griega y primer caso conocido de acoso sexual

Ante la celebración el 25 de noviembre del Día Internacional contra la violencia de género, entrevistamos a Dafne, un símbolo de todas las mujeres que sufren violencia de género.

Q: Hola Dafne, ¿quién eres? Tu historia ha viajado a lo largo de los años, pero conocemos muy poco sobre ti.

D: Soy una ninfa, hija del Dios Peneo, pero lamentablemente, como sabéis, ahora no tengo un cuerpo humano, soy un árbol.

Q: Hemos leído sobre tu historia y muchos son los que han querido plasmar mediante la cultura lo que aquel día te ocurrió. Sin embargo, nosotras queremos conocerla por ti, y no por lo que otros interpretan.

D: ¿Habéis oído hablar de Cupido? Bien, en aquella época era más conocido como Eros. En una pelea de egos entre Apolo y Eros, éste último se sintió ofendido cuando se rieron de él mientras practicaba con su arco. Como revancha, no tuvo una mejor manera de molestar a Apolo que clavándole una flecha de oro que le hizo obsesionarse por mí. Por mi parte, que pasaba por allí, me lanzaron una flecha de plomo, que causaba el efecto contrario.

El caso es que lo que vino después destrozó mi vida. Apolo comenzó a perseguirme día y noche, a acosarme, me tenía aterrada. No sabía qué hacer y pedí ayuda a mi padre. Desde su posición de Dios, consideró una buena idea transformarme en un árbol de laurel. Y esta soy yo ahora.

Q: ¿Cómo te sientes ahora Dafne? No puedo imaginar lo duro que debió ser para ti, pero al menos ahora estás a salvo, ¿no?

D: Mi historia ha sido contada muchas veces a lo largo de los siglos, pero erróneamente. Yo no fui salvada. Fui una mujer a la que trataron como débil, maleable, objeto de deseo… desde una posición de poder. Primero Eros, utilizándome para castigar a un hombre. Después Apolo, creyendo que podía perseguirme y poseerme simplemente porque quería satisfacer sus impulsos más íntimos. Y por último mi padre, que decidió en mi nombre qué era lo mejor para mí, encarcelando mi alma en un árbol en vez de atajar lo que verdaderamente ocurría: que había hombres que se creían con el derecho de decidir sobre el destino y el cuerpo de las mujeres.

Q: ¿Cómo crees entonces que tu historia se ha compartido a lo largo del tiempo? ¿Qué visión hemos perpetuado?

D: Creo que de manera natural artistas de distintas disciplinas y tiempos, y por ende, la sociedad de cada época, han mirado con romanticismo mi historia. Sin embargo, esta tragedia no la provocó el amor, sino una cultura que asumía que los hombres podían utilizar a las mujeres y que, a día de hoy, sigue muy extendida también en vuestra sociedad. Esto, sin duda, me enfada muchísimo: mi sacrificio no ha servido nunca para denunciar lo que ocurrió, sino para naturalizar. Lo que me ocurrió no es la historia de un rapto, sino de un intento de violación.

Q: “El rapto de Dafne” es como conocemos tu historia. Como si hubieran tratado de robarte, como si fueras propiedad de alguien…

D:  Exacto, es indignante. Tú lo sabes, todavía en la actualidad, en los grandes museos en los que aparezco retratada, siguen utilizando eufemismos, como por ejemplo “sorpresa” o “rapto”, sin usar palabras que realmente describen las escenas de maltrato y acoso a las que fui sometida. Por supuesto, aparezco desnuda, como si mi único valor fuese mi cuerpo.

Q: Eres muy valiente Dafne, por contarnos tu historia y por querer que no vuelva a ocurrir. ¿Te gustaría transmitir algún mensaje?

D: Yo era una ninfa libre que lo perdió todo por ser mujer. No puedo cambiar lo que me pasó, pero sí puedo ayudar a que mi historia sirva para denunciar la violencia naturalizada a lo largo de la vida y la cultura, y evitar que siga repitiéndose. Es hora de cambiar la historia y cómo se cuenta. Es hora de que las mujeres podamos escribirla.

Contacto: Puedes escribirnos a hola@somosquiero.com y compartir en tu redes:

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