Este maldito dolor de muelas

Se suele decir que las personas demostramos nuestra fortaleza, resistencia y capacidad de reacción en las situaciones críticas. Que nos quejamos por un vulgar dolor de muelas pero peleamos a muerte por la vida si nos diagnostican un cáncer. Por lo que he leído por ahí, creo que estamos, como sociedad, en una situación crítica. Por lo que se ve, los presuntos líderes sociales (políticos, sindicatos, directivos…) no están demostrando nada que no sea indolencia (toma favor semántico).

A estas alturas, muchos pensarán que esperar que los presuntos líderes hagan algo por el bien común es subirse a un guindo con las ramas quebradas. Puede. Lo que sí podría esperarse de estos aficionados a sí mismos es que, al menos, tengan la inquietud de pasar a la Historia. Pues no. Los ebooks de texto del futuro no parece que vayan a recoger las acciones de los diversos gobiernos por cambiar las cosas. Ni siquiera creo que los datos de audiencia de esta noche vayan a demostrar que lo que opinan los sindicatos le importe algo a alguien.

Pero la sociedad no la forman los presuntos líderes. La sociedad es la unión de esas personas que se quejan amargamente de un dolor de muelas pero se enfrentan con decisión a un cáncer. Nosotros. ¿Y qué estamos haciendo? Pues tampoco nada que vaya a pasar a la Historia. Nada, en realidad. Nada, en absoluto. O lo de siempre. Lamentarnos y esperar. ¿A qué? ¿A que se pase? No sé, quizás es que lo que está pasando se parace más a un dolor de muelas que a un cáncer pero, la verdad, no da esa impresión.

No la da por las cosas que se leen, por ejemplo, en estos días:

· «Algunos analistas creen que el 40% de los hogares españoles está amenazado en mayor o menor grado por la crisis».

· En España, el 10% de los trabajadores son pobres. Hay 200.000 personas que se pasan 40 horas trabajando para ser pobres -el umbral de pobreza es de unos 570€ al mes y el salario mínimo interprofesional son 600€-. (No lo digo yo, lo dice un comentario de alguien que sabe mucho sobre exclusión en este blog).

· «Tenemos que tolerar la desigualdad como vía para alcanzar una mayor prosperidad y oportunidad para todos» (Esto sí que ni de coña lo digo yo; lo ha dicho un tipo llamado Bill Griffith, asesor de Goldman Sachs y, antes, de Margaret Thatcher y lo ha dicho en la Catedral de San Pablo de Londres; lo sé porque lo he leído en el blog de Ana B. Nieto).

· «Mientras el lado chanchullero del sector financiero -también conocido como operaciones bursátiles- vuelve a ser enormemente lucrativo, la parte de la banca que realmente importa -los préstamos, que alimentan las inversiones y la creación de empleo- sigue estancada». (Tampoco me lo puedo apuntar, es de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía de 2008).

· La grandes firmas de Wall Street promueven la titulización de seguros de vida, una suerte de nuevos subprime en los que, además, los inversores encuentran más rentabilidad en la muerte temprana de los asegurados.

Hay más, pero no quiero seguir fastidiando a nadie. Bastante jodido es ya tener dolor de muelas.

La imagen es de la Wikimedia.

Contacto: Puedes escribirnos a hola@somosquiero.com y compartir en tu redes:

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Comments (2)

  • Este post me ha dado de que pensar… Quizás lo escribiste uno de esos días que uno se levanta un poco gris así que yo quiero añadir un granito de color.

    Como el tema va de datos y de personas que quieren pasar a la historia… pues aquí van dos, uno general y uno personal:
    – Según la Plataforma del Voluntariado en España hay más de un millón de personas que hacen voluntariado. Aunque no es un dato oficial, todas esas personas dedican tiempo y energía a diferentes causas; sea el medio ambiente, la educación, la exclusión, el caso es que contribuyen a que este mundo sea un poco mejor. Quizás sus actuaciones no pasen a la Historia, pero en ese proyecto concreto demuestran su solidaridad e independientemente de la causa, en ese momento pasan a formar parte de esa pequeña historia.
    – En 2005 participé a través de una ONG en la creación de un dragón de hierba en «The Greenside Community Centre» (un centro cultural de una de las zona de Londres con más problemas de pobreza y exclusión). Era un proyecto para implicar a los niños del barrio en la reforma urbana de la zona, enseñarles algo de jardinería y crear algo especial de lo que se sintiensen orgullosos. Algunos vecinos eran muy escépticos porque decían que la «escultura» no iba a durar, que iba a ser vandalizada. A pesar de ello seguimos adelante y ahora el barrio y sus niños pueden estar orgullosos de contar hoy, 4 años después, con «Drácula The Dragon» en el jardín de este centro. No sé si esto pasará a la Historia, pero desde luego sí pasará a la historia de esos niños y sólo por eso mereció la pena.

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