¿Qué tienen en común una cineasta, un escritor, un estudiante de bachillerato, uno que pasaba por allí y otras que ya estaban?.
Pues no lo sé muy bien, pero me imagino que la curiosidad por saber que se cocía en el primer encuentro de Quiero filosofía.
El pasado 14 de noviembre arrancó este espacio, que lo único que pretende es dedicarnos tiempo para escuchar y charlar sobre cosas que no tienen por qué tener un objetivo, un beneficio claro, ni un retorno inmediato.
Nos preguntaban que por qué hacíamos estos y la respuesta era por puritito placer. El placer de hacer algo por el mero hecho de hacerlo, porque nos hace sentir bien, y pensamos y queremos que la gente que nos acompaña tenga la misma motivación.
Ricardo Pinilla, profesor de filosofía, y ya amigo, nos introdujo en el mundo de la filosofía estética de la mano de la demora. Término maldito en nuestros días por lo que significa de tardanza, pérdida de productividad, falta de eficacia y quién sabe más cosas de dudosa utilidad.
La demora también nos habla del placer de recrearse en una obra, la capacidad para desear que pase el tiempo disfrutando de algo y sentir que se está viviendo plenamente un instante infinito.
Platón, poeta que huye de su arte para recrearse en el pensamiento. Un pensamiento que a la larga se vuelve poético.
Escuchar una pieza de piano que tan sólo dura 57 segundo pero encierra todo el tiempo del mundo, ¿qué valor le damos a 57 segundo? Por Dios, escucha esa pieza y vive lleno ese momento.
Preguntas a cosas que no entendimos y respuestas que nos llevaban a otras preguntas. Luego el vino y el queso, más preguntas y las ganas de repetir.
Repetir sin tener que esperar al vino, sin tener que hablar, quizás una peli. Quizás un juego de palabras para explorar otros mundo con ellas de la mano.
Ricardo nos habló de filosofía y todos teníamos curiosidad. Vendrán más, demórate con nosotros
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Jose Illana.
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