Hoy pago yo

Por Jose Illana, fundador de Quiero.

Poco a poco vamos regresando a un lugar y unos hábitos que nos cuesta reconocer como nuestros. En cierto modo, todas y todos hemos experimentado esa sensación de rechazo a la luz cuando sales de la oscuridad al ver a amigos, familiares, compañeras o simplemente esos espacios cotidianos. Un microsegundo mezcla de pereza, cautela e incertidumbre. Ya está.

Durante el tiempo que abandonamos las calles no sólo llegaron los jabalíes, las abejas. También los riders, las dark stores y las dark kitchens. Amazon, Netflix, … tienen derecho de pernada en nuestras casas. ¿Bueno? ¿Malo? ¿Para quién? ¿Para qué?

Me gusta la calle como destino. Me gustan los escaparates como estímulo para la imaginación. Me gustan los bares, ¡qué lugares!

Todas y todos tenemos historias de bares. Algunas ya acabadas y otras todavía siguen su curso. Muchas inconfesables y otras caminan de amigo en amigo. Te cuento una que no le he contado a nadie.

Tendría 16 años, más o menos, y casi todos los sábados iba a buscar a mi hermana a la tienda donde trabaja en Avda. del Mediterráneo, Madrid. Yo jugaba al baloncesto en el Virgen de Atocha, no estaba lejos. Junto a su tienda había un bar y allí solía coincidir con su novio, hoy su marido, mientras la esperaba.

Cuando llegaba nos tomábamos el aperitivo y juntos nos íbamos a comer a casa de mis padres. Paella.

Siempre pagaban ellos. Mucho mayores que yo, trabajando… Yo era el pequeño, todavía lo soy. Un día decidí invitarles. Hoy pago yo.

Ese día fue el primero que yo pagué algo en mi familia. En esa liturgia de adultos en torno a la barra de un bar donde los niños son meros acompañantes me planté. Llamé al camarero, le pedí la cuenta saqué la cartera y pagué. ¿Qué haces Jose?… no seas tonto, que no tienes dinero, deja pago yo… No, hoy pago yo. Luego han venido muchas y seguirán viendo, pero esa fue la primera.

Un cura me bautizó y un camarero me confirmó.

Creo que los camareros y camareras en los bares son los que tienen el pulso de los barrios. Cómo le va a uno, dónde habitan los problemas, quienes son esas familias llenas de luz en el aperitivo del domingo… Día a día van construyendo una relación. La barra como unidad de medida de la confianza, siempre el secreto profesional y artistas de ese silencio habitado cuando es necesario.

Utilizados como una burda herramienta para hablar de una torticera libertad nuestros bares son reflejo de nuestra cultura. Disfrute, encuentro y convivencia.

Nos han ayudado a cuidarnos. Cuidemos de ellos disfrutando con ellos.

#SomosHosteleria

Contacto: Puedes escribirnos a hola@somosquiero.com y compartir en tu redes:

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