Lo majos que son los suizos

A Suiza como país le podríamos poner muchos adjetivos un tanto antipáticos: que sus bancos se forran sin tener en cuenta procedencias poco éticas de su materia prima, el dinero; que sus habitantes son unos pijos y más cuadriculados que un cuaderno científico; que todo es tan limpio que no tiene gracia.

Pero después de una fugaz visita a mi tierra vecina (yo procedo de una ciudad fronteriza con Suiza) quisiera decir que en algunas cosas los suizos simplemente son lindos, majos.

Cuidan su dialecto sin pretensiones nacionalistas, los nombres que ponen a sus bares son como los de antaño (y aposta), las comidas de toda la vida pero vegetarians están de moda y las campañas de concienciación no dejan de desear.

Primero estuve gratamente sorprendida al llegar a la estación de trenes y encontrarme con el mercado de especialidades semanal. Tenían cosas tan monas como brochetas de plátano bañados en chocolate, alcachofas rellenas de Italia pero también se veían puestos de verduras de origen ecológico – quiere decir, señoras normales que venden lo que cultivan en su huerto, como se puede ver en la foto – y un puesto encantador de un señor que vendía yogur de leche de oveja en envases de cristal sin etiqueta. También se podían ver fotos de sus ovejitas y de sus actividades a lo largo del día. Y el yogur riquísimo, claro.
Justamente al lado, un puesto de caribeñas que vendían frutas listas. Una imagen digna de Totó la Momposina (es una cantante colombiana que lleva una cesta de piñas en la cabeza).

Foto propia

Una noche fuimos a cenar al famoso restaurante de comida «orgánica», por decirlo asi, llamado «Hiltl» (como se puede ver, el nombre no es moderno ni mucho menos, un simple apellido de campesino). Es carísimo. Pero en la carta, todos los platos son totalmente suizos o de la región. Y lo más curioso es que ninguno tiene carne. Pedí un plato que solía ser la cena en mi casa: patatitas hervidas con cáscara, acompañadas de diferentes quesos, queso quark y ensalada. Y punto. Carísimo también. En España, poner nada más que eso en el plato sería un insulto al cliente y su bolsillo. Ahí no, ahí es guay, back to the roots. Me encanta.

Foto propia
Foto propia

Recuerdo que en la página de Facebook de ¿Y porqué no? salió un link a un artículo en el que se habló de los métodos de reciclaje de vidrio en otros países. Y que se hace por colores. En mi ciudad natal siempre había un contenedor con 3 agujeros: blanco, verde y marrón. En la foto de arriba, se ve una versión muy lúdica de Zurich: al lado de un gran parque infantil donde se alquilan todo tipo de juegos, se encuentra este parque de pequeñísimos contenedores para envases de vidrio de diferentes colores. Se me antoja como un juego para niños. Les damos una botella vacía y tienen que buscar  el agujero que le corresponde. Aprenden de colores y a la vez reciclan con ganas. ¡Monísimo!

Contacto: Puedes escribirnos a hola@somosquiero.com y compartir en tu redes:

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