Pasados los cien días y con el cambio de año, parece un buen momento para hacer balance. Miro atrás, cuando llegué a Quiero hace algo más de cuatro meses y pienso la cantidad de cosas que no sabía antes de aterrizar aquí. Y no solo que no sabía de Quiero, sino las que no sabía que quiero, que YO quiero. 

Al empezar una nueva aventura, también en lo profesional, siempre hay una mezcla de emociones: ganas, vértigo, incertidumbre, miedo, ilusión… Normalmente, con el tiempo, algunas de ellas se van apagando; con suerte, primero las “malas” (aunque no haya emociones malas, en realidad); por desgracia, a menudo (demasiado a menudo), también las buenas. La experiencia previa, los años, “la mochila” con que emprendemos la nueva aventura, tienen su peso: aprendes, a veces por la fuerza, a “colocar” tus propias emociones y, sobre todo, a “medirte” en lo conocido… En el plano profesional, donde los cambios se suelen plantear como “uno más”, de pronto me encuentro con “uno diferente”. Y en esa diferencia es donde estoy encontrando todo lo que no sabía que Quiero.

Para empezar, no esperar: no esperar de mí, de ti, de nadie y no esperar a nada. Sin decir, te dicen: “si estás aquí es porque quieres y nosotros también queremos; ven y vuela”. Porque no llego a un proyecto que nace, sino que ya vuela y coger altura, casi desde el inicio, es algo difícil pero surge natural cuando identificas, rápidamente, el objetivo compartido que nos mueve. Pronto sientes y te sientes parte de un todo, de tantas formas explícitas e implícitas… No lo llamaré propósito, va más allá. Eso Quiero.

Algo que también descubro que Quiero y que no tiene que ver con la actividad “profesional”, es formar parte de una organización autoreconocida en “lo imperfecto”, como cualquier persona (o al menos cualquiera que, honesta consigo misma, sea capaz de reconocerse como tal). Una organización que es “persona” porque tiene sus propias fortalezas y debilidades que no siempre (y no solo) son la suma de las de todos, pero que, con todos, se repiensa en el objetivo de mejora continua. Digo organización-persona, no diré “humana”, va más allá. Eso Quiero.

Ahora también sé que Quiero encontrar mi sitio, más allá de lo que se espera de mí: jurista, politóloga, “experta en” regulación, advocacy, sector financiero… Palabras que acompañan mi perfil profesional y donde yo siempre saco un “pero”. Sí, soy, “pero”… Ese “pero” es, en realidad, “pero también”. Porque hay mucho más en ese mundo definido del que no me he sentido nunca del todo parte. Porque “también” cuento con otras cualidades e intereses que, precisamente, me hacen “desencajar” en mi propia horma y explorar entornos menos “evidentes”, donde no se me esperaba. Ni de uno ni de otro, lo mejor de los dos mundos, eso es lo que Quiero.

Y en ese “pero también”, ser una persona, no un “recurso”, y única, no “bicéfala” o con doble vida: una en casa y otra en el trabajo. Más allá de las políticas, las buenas palabras, los sellos, una organización que realmente tiene en cuenta a las personas, confía e integra todos los ámbitos de sus vidas, porque sabe y valora que, precisamente, el conjunto es importante: lo que les hace grandes, lo que les hace querer y crecer, a ellas y a la organización. Por eso decido que Quiero disfrutar de mi vida en todos sus espacios y momentos, personales, profesionales, que no son diferentes sino que, con sus penas y glorias, atraviesan horarios y forman parte del ritmo de la vida. No diré conciliación, ni flexibilidad, va más allá. Eso Quiero.

Y Quiero estar aquí; Quiero estar con vosotros; Quiero ser parte de esto. Quiero ¡Vaya si Quiero!.

María Molina
Directora de Impacto y Advocacy de Quiero.