La Fórmula 1 no parece de momento, por mucho KERS que se hayan inventado, el espectáculo más sostenible que uno puede echarse a la cara: derroche de dinero, gasolina, gomas y asfalto quemados, laboratorio de ideas para una industria, la automovilística, que insiste en tener pocas… Y, sin embargo, podría ser distinto. Podríamos ver coches de carreras movidos por chocolate, con una carrocería construida a partir de botellas y fibra de carbono recicladas y patatas, un asiento hecho de semillas de soja y un volante de zanahorias. Esto, que parece el menú de un restaurante vegetariano, es un bólido de Fórmula 3. Se llama WorldFirstF3 y es un proyecto del Warwick Innovative Manufacturing Research Center, de la británica universidad de Warwick. No se trata de pensar en chapucillas cosméticas sino de crear, de verdad, un coche sostenible y prácticamente biodegradable, muy en la línea de lo propuesto en el libro Cradle to Cradle, de Michael Braungart y William McDonough. De hecho, tiene un catalizador destructor de emisiones que limpia el aire mientras el coche gana carreras. Una pasada.
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