Nuevas tecnologías para una mejor democracia

A lo largo del tiempo y con mayor frecuencia desde el desarrollo industrial, el ser humano ha querido imaginar cómo sería ese futuro lleno de mejoras en la vida y de avances tecnológicos. La ciencia ficción ha presentado modelos de todo tipo, sociedades que nos asombraban por sus ordenadores y sus posibilidades. Sin embargo, es muy frecuente encontrarnos con la visión negativa de un desarrollo que termina por eliminar el pensamiento crítico. Conviene recordar aquí al recientemente fallecido Ray Bradbury, autor de “Farenheit 451”, quien imaginó un tiempo en el que los libros serían ilegales y donde habría que ver la televisión para encontrar sentido a la vida, algo que no es tan difícil de creer si pensamos en cómo se han ido imponiendo ciertas costumbres y la apatía en las últimas décadas.

Pero más allá de Bradbury y su obra encontramos tantos otros mundos planteados por autores como Orwell, Huxley y un largo etcétera, en los que destaca la pérdida de libertad, de crítica o de paz… Es decir, parece que todo apunta a un futuro que nos asusta y que se nos va de las manos, quedando bajo control de algún poder omnipresente. ¿Pero por qué no imaginar cómo estas nuevas tecnologías de hoy podrían algún día acercarnos a otro futuro más esperanzador? Las nuevas tecnologías, y más concretamente las que se refieren a la comunicación, han transformado la vida a una velocidad vertiginosa, tan rápido que nos hemos visto superados por ellas. Apenas hace unos pocos años vivíamos sin teléfono móvil y hoy nos cuesta recordar cómo eran algunas costumbres de aquellos años. Lo mismo sucede con Internet. En un par de décadas, la historia se ha acelerado, todo es más rápido, todo se conoce al momento, todos estamos conectados y nos comunicamos a golpe de teclado, con un aparato diminuto que llevamos en el bolsillo. Es tal la vorágine de datos circulando que las sociedades convulsionan espontáneamente por todo el planeta. Y en este contexto, a lo largo de los últimos años se han ido fraguando distintas fórmulas con un denominador común: conseguir mediante las nuevas tecnologías de la comunicación mayor participación en las decisiones de la vida pública. ¿Por qué no imaginar un futuro en el que la democracia la ejercemos cada día? Un futuro en el que al menos participamos en las decisiones importantes mediante referendos en los que se vota vía Internet, de una manera mucho más ágil. Son varios los países que tratan de desarrollar sistemas de participación activa pero apenas avanzan normalmente estas iniciativas, apenas se investiga sobre ellas cuando en realidad podrían ser una solución o un paso hacia evitar esos futuros terribles que tanto nos anuncian la literatura o el cine. Democracia 2.0, democracia 4.0 o democracia líquida son algunos de los sistemas que pretenden hacer real esta posibilidad pero aún son pocos los que los conocen.

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