¿Para qué sirve un banco?

Hoy, día de los difuntos, es el mejor momento para hablar de dar vida a las ciudades. Esta es la historia:

Hace ya tres años que un cancer nos arrebató a nuestro amigo Alberto con 37 añitos más o menos. Hace tres semanas comí con mi amiga Arancha, su víuda, y me contó que había regalado un banco a la ciudad de Edimburgo a la salud de Alberto. El lugar elegido era una pequeña colina situada en un parque desde donde se puede ver parte de la ciudad. Un sitio donde, por lo visto, los chavales practican su a modo de botellón.

El Ayuntamiento de Edimburgo ha diseñado un sistema por el que te da la opción de donar bancos para uso y disfrute de sus ciudadanos y visitantes. Escribes un texto que aparece en forma de placa en dicho banco y te dan a elegir emplazamiento.

Un forma bonita de vincular el recuerdo de nuestros seres queridos a nuestra realidad.

Hace un mes aproximadamente escribimos en este blog sobre una noticia que apareció en la Vanguardía. Algunos ayuntamientos de Cataluña estaban quitando los bancos para evitar que la gente se sentara y así eliminar grupos indeseables, ruido molesto, sueños incómodos…. y lo mismo con las fuentes públicas.

Todo esto sucede en un contexto donde se está hablando mucho de las smart cities o como hacer que nuestras ciudades sean más sostenibles, productivas y habitables.

Ante el dilema de poner bancos o quitar bancos hemos decidido sentarnos a reflexionar en nuestra próxima edición de Diálogos en La Granja sobre que significa construir mejores ciudades y cómo se hace. La fecha prevista para esta edición es marzo y os iremos contado.

Gracias Arancha por invitarnos a preguntarnos ¿para que sirve un banco?

Contacto: Puedes escribirnos a hola@somosquiero.com y compartir en tu redes:

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Comments (2)

  • Gracias, amigo Jose, por pasarte un ratito por el recuerdo de Alberto y por su banco en Edimburgo. Más de cuatro años ya que la vida siguió sin él para todos los que hubiésemos querido compartir mucho más tiempo del que la vida nos concedió.

    Muchos momentos de esos años que tuvimos juntos pasaron en torno a esos elementos urbanos. Y, gracias a la polisemia (permíteme el juego de palabras fácil), muchas vivencias profesionales relacionadas con su vida en los bancos (quedan bastantes buenos recuerdos y unos cuantos amigos que siguen cerca).

    Me pareció espeluznante tu comentario sobre retirar los bancos de las calles, para evitar ruidos, suciedad, indeseables… Mi yo de hace unos años, habituada a nuestra forma de vivir antes de su enfermedad, estresados, llenos de prisas, rebosantes de energía y salud, pasó miles de veces ante estos elementos del mobiliario urbano sin ver que estaban ahí, tal vez evocando un fugaz recuerdo infantil rápidamente desterrado.

    El parón nos permitió disfrutar de esos trocitos de día, que están ahi para saborearlos si te paras a mirar: desde un banco veíamos jugar a nuestro hijito, allí nos sentábamos a recuperar el aliento en los paseos de sus últimos meses, a charlar sobre lo que nos importaba, a sentarnos en silencio junto a la persona con quien habíamos elegido envejecer mientras la vida pasaba.

    ¿Hubiésemos tenido igualmente esos momentos sin bancos? Sin duda. Y los tendríamos igualmente en una ciudad sin ellos. Los sustituiríamos por la valla de un parque infantil, la terraza de un café, el toldillo de un chaflán o simplemente una esquina.

    Porque seguiremos necesitando relacionarnos como humanos que somos, y descansar, y curiosear hacia el mundo. Algunos tendremos la suerte de que algo o alguien nos imprima el saludable hábito de olvidarse del destino para detenerse un rato a disfrutar de una parada en el camino. Si hay un banco para hacerla, será estupendo. Si hay una persona cercana con quien compartir esa pausa, maravilloso. Si es con quien deseas andar el camino que queda por delante, insuperable.

    Todo un regalo que la ciudad de Edimburgo nos permita invitar a esta reflexión y evocar tan buenos momentos. Gracias, amigo Jose, por tu cariño y tus palabras. Si vas no te olvides de subir para enviarme desde allí tu ratito de plenitud.

  • Dejando al margen la parte sentimental, la situación que viven los ayuntamientos es en algunos casos dramática. Y en cambio, no salen apenas iniciativas con algo de imaginación y creatividad, que las ahí.
    Gracias por compartir este ejemplo.
    Pepe

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