Un gran amigo con grandes talentos ha comentado en Facebook la publicación de la entrada de ayer, Toma plático. Lo ha hecho en forma de guión. A disfrutarlo… y a digerirlo. Gracias, Javi.
Secuencia 1. Pescadería, supermercado pijo.
Un niño de unos seis años, modelo H&M kids, y su padre, unos 45 años, chinos y polo Hillfiger, observan el mostrador que parece un bodegón de la escuela flamenca en su versión marina.
Meros, rapes, lenguados, besugos, pescadillas, merluzas, atunes, bonitos, cigalas, gambas, el más variado catálogo biológico refulge bajo el “orbayu” mecánico. Presidiendo la escena un espléndido marrajo entero de metro y medio. El niño aguanta con cierto susto la mirada vacía del escualo.
-Ten cuidado hijo es un tiburón de verdad -bromea el padre.
-Esta muerto -responde el niño envalentonado mientras se aventura a pasarle la yema del dedo por la triple fila de dientes.
Secuencia 2. Océano Índico.
Suenan los míticos acordes de «Tiburón», la película de Spielberg, en la línea del horizonte se vislumbra un enjambre de pequeñas embarcaciones. Crescendo de música, ruido ensordecedor de motores. Al aproximarse, vemos que son miles de compradores compulsivos montados en carritos de la compra fueraborda. Un marrajo asoma el morro afilado y aterrorizado da la voz de alarma:
– ¡Agüita, que ya vienen!
Secuencia 3. Pescadería, supermercado pijo.
Una chica joven, de treintaypico, con cuidado aire alternativo-enterado solicita un gallo al dependiente.
-Es de extractiva, ¿no?
El dependiente le señala la etiqueta.
-Por supuesto, señorita.
La chica introduce el pez en una bolsa de lona.
-Es que no me fío de la acuicultura, los alimentan con piensos y restos, es contra natura…
Una elegante señora de unos cincuenta asiente; incapaz de contenerse, apostilla.
-Siempre merece la pena pagar un poco más. ¡La salud no tiene precio!
Secuencia 4. Océano Pacífico.
Un catamarán construido con 12.500 botellas de plástico recicladas surca la gran sopa de plástico que flota a la deriva en medio del Océano Pacífico. Una mancha del tamaño de Francia en donde el plástico se impone al plácton en una proporción de seis a uno.
David, el capitán de la “Expedición Plastiki”, observa una probeta que contiene una muestra de agua turbia. Se la enseña a uno de los científicos que le acompaña.
– ¿Hace un chupito ahora o esperamos al pescado de la cena?
Secuencia 5. Pescadería, supermercado pijo.
Hombre de unos 40 años, ejerce de patillero-concienciado. Su sentido de la responsabilidad ecológica se bate el cobre con la posibilidad de echar un buen polvo. Ha prometido una cena de sushi a una antigua amante. La cosa pinta bien… ¡y, qué cojones, un día es un día! Definitivamente, el maki de tortilla no resulta muy glam.
-¿Es de la almadraba? -pregunta sabiendo la respuesta en un intento desesperado por lavar su conciencia.
-Hombre, de la Almadraba hay poco ya -responde el pescadero.
Secuencia 6. Océano Atlántico.
Una lancha pirata salta sobre la estela del Alakrana. Un negro fornido, con los ojos inyectados de adrenalina, apunta al pesquero con el lanzagranadas.
En el puente de mando, el capitán aprieta desesperado los motores.
– ¡Dale, joder, dale!
En la bodega, un malayo aterrorizado gimotea mientras escucha las ráfagas de ametralladora. Golpea con rabia el gran congelador donde yacen aprisionadas un par de toneladas de atún rojo.
Corte a
Malecón de Barbate. Dos pescadores se fuman un porro mirando las almadrabas abandonadas en la corriente del Atlántico.
Secuencia 7. Pescadería, supermercado pijo.
Hay mucha gente esperando alrededor del carnaval de escamas. Una escultural mujer de unos cuarenta años, fondo aerobic fanatics, coge turno, 104. El turno en la pared marca el 83. Con un gesto de impaciencia se dirige hacia la sección de lácteos. Seguimos su recorrido en cámara subjetiva. Coge un pack de yogures desnatados Bio Multifibra. Una banda de plástico amarillo recubre el cartonaje del pack, una llamativa tipografía azul anuncia: «¡Facilita el tránsito intestinal!».
Secuencia 5. Pequeña cala Costa da morte. Galerna.
Un alcatraz se descompone en la arena azotado por el viento y la lluvia furiosa. La cámara se acerca en un lento travelling. Entre el despojo de plumas y restos de intestinos, se adivina la banda de plástico amarillo.
Las fotos han sido sacadas de aquí, aquí, aquí, aquí y aquí.
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