Empieza por los pies. Prueba a quitarte los zapatos o zapatillas en tu lugar de trabajo. Siente el suelo. Ve más allá, fuera los calcetines, medias, ejecutivos, pantis…. Mueve tus dedos entre la moqueta, siente cómo la planta de tus pies se posa sobre la tarima. Sientes cómo se hunde el suelo. Su temperatura, textura. Tus pies se hacen grandes. No hay nada que les comprima. Son libres.
Muévete por la oficina. Descalza. Segura. Vete a poner un café, o mejor, que te lo pongan. Saluda a tu jefa. Dile lo que piensas. Siente tus pies. Fuertes, aferrados al suelo, amigos del aire que les rodea.
A la mierda tu reputación. Siempre a un paso detrás de ti. En ocasiones, una celda para el que te gustaría ser.
Haz bien tu curro. Como si solo tú te observaras. El puro placer de hacerlo bien. Orgullo. Tú y tu trabajo. Tu pasión es tu ambición.
Siente tus pies. Echan raíces. Tu pecho se abre. Estás lleno. Miras a los ojos de la gente. Tus compañeros, tus clientes. Les has dado todo lo que eres. Lo que sabes, lo que sientes. Todo.
¿Todavía estás preocupado por tu reputación? Desnúdate. Trabaja como sabes. No me jodas que todavía hay que explicarte qué significa esto. Disfruta. Que flipen. Goza.
Desnúdate y muéstrate: Frágil, apasionado, comprometida, currante. Profesional.
Camina erguida por mil pasillos. Segura. Cuenta tus sueños. Así, a las bravas. Piensa en aquello por lo que estás dispuesto a dejarte la piel. Si tu jefe no te sigue, cambia. Si tu empresa no te siga, cambia. Si tu compañero te sigue, síguele. Si tu cliente te sigue, síguele.
Solo hay dos cosas capaces de unir a las personas. Un miedo compartido o un sueño común.
Comparte tus sueños. Desnúdate.
Jose
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