La Gobernadora de un Estado norteamericano saca de su poderosa manga una ley contra la inmigración que raspa el racismo. Jan Brewer ha decidido dar la potestad a su policía de decidir cuándo alguien es sospechoso de ser un ilegal y detenerle por eso. El principal equipo de baloncesto del Estado, los Phoenix Suns, afronta la cuestión con una bonita protesta que consiste en llevar una camiseta con su nombre hispanizado en su segundo partido de playoffs contra los San Antonio Spurs (la camiseta que ya llevaron con motivo de La Noche Latina que organiza la NBA). Robert Sarver, el manager del equipo, decide que los suyos vistan la camiseta de Los Suns y los jugadores, todos a una, se suman a la protesta. «Mucha gente pensará que no es nuestro trabajo meternos en política, pero creemos que estamos en el ojo de la opinión pública y que es importante alzar la voz». Son palabras de Robert Sarver.

Sucedió el miércoles en Phoenix y la cosa ha tenido su efecto. Obama hizo un guiño hablando de «Los Suns» en un acto con inmigrantes. Los Spurs, de la vecina Texas, han dicho que se sumarán a la protesta de alguna manera en el próximo partido. Los del otro lado también se han picado y han llamado «cobardes» a los responsables de la franquicia. Hay quien cree que el deporte no se debe mezclar con la política y puede que tal cosa sea razonable. Pero, ¿es esto política? No creo. Es mucho más que eso. Es justicia social, decencia, derechos humanos. Phoenix Suns es una empresa, como todos los equipos de la NBA, y su acción la define como empresa responsable. El gesto es algo más que un detalle, puesto que la franquicia, como todos los equipos, es un líder de opinión de categoría. Ojalá cunda el ejemplo, en este y en otros casos, en equipos, empresas y todo tipo de organizaciones. Las injusticias son injustas para todos. La responsabilidad es responsabilidad de todos. Yo, desde ya, me hago de Los Suns. Vivan Los Suns.