Diálogos en La Granja: Propuestas para una nueva definición de las Bolsas

La primera edición de Diálogos en La Granja ha planteado una reflexión sobre los mercados financieros en el presente y futuro entorno económico

La primera edición de Diálogos en La Granja reunió a diez figuras del ámbito económico y financiero y del entorno académico y de Responsabilidad Social Corporativa para reflexionar sobre el papel y vigencia de las Bolsas y los mercados financieros. Durante el 25 y 26 de noviembre, en jornadas a puerta cerrada, los participantes trabajaron hasta encontrar puntos en común y establecer una serie de propuestas para mejorar el funcionamiento y valores del sistema financiero. El tema de esta primera edición de Diálogos en La Granja surge, todo hay que decirlo, de una entrada de este blog en la que Jose se preguntaba: ¿Son necesarias las Bolsas?

Diálogos en La Granja es una iniciativa de Quiero salvar el mundo haciendo marketing y el Center for Business in Society de IESE, con el respaldo en esta primera edición del Ayuntamiento de San Ildefonso-La Granja, Global Market y Forética, y representa la voluntad por fomentar el intercambio de ideas, proyectos e inquietudes alrededor de la sostenibilidad y la transparencia empresarial.

Los diez invitados participantes de esta primera edición fueron: Ángel Borrego, Director de Renta Fija y Productos Estructurados en BNP Paribas Fortis; Arturo Cervera, confundador y CEO de Comunitae.com; Marta de la Cuesta, Vicerrectora de Planificación y Asuntos Económicos de la UNED hasta julio de 2009 y Coordinadora del máster en Sostenibilidad y RSC de la UNED-Jaume I; José Luis Fernández, catedrático de ICADE y Director de la Cátedra Benjumea de Ética Económica y Empresarial; Juan Francisco Rodríguez, socio de la División Fiscal y Legal de Pricewaterhouse Coopers hasta octubre de 2009; Jaime Silos, Director Financiero de Forética; Jorge Yzaguirre Scharfhausen, Director de Renta Variable de Bolsas y Mercados Españoles (BME); Joan Fontrodona, Director del Departamento de Ética Empresarial de IESE Business School y Presidente de EBEN-España (European Business Ethics Network); Mariano González Cayuela, Socio Director del Banco de Inversión ONEtoONE Capital Partners y  Director Asociado de Global Market Business Advisers; y Pedro Bravo, Socio y Director de Comunicación de Quiero salvar el mundo haciendo marketing.

Las conclusiones de las dos jornadas de su trabajo durante la celebración de Diálogos en La Granja se plasman en un documento que ofrecemos a continuación.

CONCLUSIONES

Después de dos días de intercambio de opiniones y debate en torno al papel y vigencia de los mercados bursátiles, hemos llegado a una serie de reflexiones que aquí presentamos:

1.       Consideramos oportuno poner el contexto de este debate en una reflexión previa sobre el origen de los mercados bursátiles como un medio que permite a las empresas conseguir recursos financieros para apoyar sus operaciones. Nos preguntamos si este origen no se habrá perdido de vista y si hoy en día los mercados bursátiles no habrán adquirido «vida propia» y, en ocasiones, en vez de ser un instrumento al servicio de las empresas se han convertido en un condicionante de las políticas y estrategias de éstas.

2.       También, como otra cuestión que ayuda a contextualizar nuestro debate, advertimos cómo la globalización y el acceso universal a las nuevas tecnologías han posibilitado a una mayor parte de la población un acceso más rápido a los mercados bursátiles, permitiéndoles obtener más información y operar más fácilmente. Esto implica que los efectos, positivos y negativos, de la dinámica de los mercados y de las prácticas que se dan en ellos tengan un impacto mayor y más inmediato.

3.       Constatamos la paradoja de que, mientras se da una «democratización» del accionariado -con una mayor parte de la población implicada en la compra-venta de activos financieros-, se da también una progresiva concentración de poder, cada vez en manos de menos agentes que acumulan más capacidad de influencia a través de sus decisiones. Los inversores institucionales, y las empresas y grupos empresariales que intervienen activamente en las operaciones de los mercados bursátiles, tienen una capacidad de influencia en los valores sobre los que operan y se convierten en referentes para otros inversores. Esto implica para estos actores una mayor responsabilidad respecto a sus operaciones: hay que esperar una mayor transparencia en sus actuaciones y cuestionar aquellas prácticas en las que, valiéndose de esta capacidad de influencia, idean sus operaciones con fines exclusivamente interesados, tratando a los demás como medios para sus propios intereses.

4.       Pensamos que es bueno que todos los actores relevantes hagan un ejercicio de reflexión y análisis de sus responsabilidades, mirando no solamente sus derechos, sino también sus obligaciones. Al reflexionar sobre esas responsabilidades, los diferentes actores (inversores, consejos de administración, analistas, agencias de rating, intermediarios financieros, fondos de inversión…, pero también reguladores, medios de comunicación, y, en definitiva, cada uno de nosotros a título personal) deberían pensar no sólo en términos de sus propios intereses, sino elevando el punto de mira moral y fijándose en su contribución al bien común de la sociedad, al cual los mercados bursátiles, como cualquier otra actividad, debería contribuir.

5.       Apostamos por un aumento de transparencia en todas las actividades y por parte de todos los actores implicados en los mercados financieros. Esta transparencia se vuelve opaca en la medida en que los mercados, en lugar de servir a la empresa y de tener en ella su referente, se apalancan sobre sí mismos. La innovación y la creatividad tienen cabida en la actividad financiera pero, como cualquier otra actividad empresarial, deben utilizarse con prudencia; y la prudencia se pierde en la medida en que los mercados se vuelven endogámicos y se asientan sobre el frágil apoyo de la especulación.

6.       Entendemos que la regulación tiene un papel que jugar en las actividades de los mercados financieros; aunque, al tiempo, constatamos que en cada crisis se ha optado por un endurecimiento de la regulación sin que ello haya evitado crisis posteriores. En consecuencia, consideramos: primero, que en algunos casos no se trata de endurecer la regulación, sino de ser más efectivos en su cumplimiento; segundo, que habrá casos y situaciones en que deba regularse la actividad de ciertos agentes, o la gestión  de determinados productos financieros; tercero, que, en estos casos, es prudente analizar también los efectos colaterales que puede ocasionar un aumento de la regulación, para evitar que la cura sea peor que la enfermedad.

7.       Somos conscientes de que no existen sistemas perfectos y que, por tanto, aún teniendo en cuenta los comentarios que acabamos de hacer, no se asegura que los mercados financieros funcionen correctamente, porque, al final, los sistemas los hacemos funcionar las personas. En consecuencia, más allá de medidas orientadas a asegurar el funcionamiento del sistema, consideramos imprescindible que las personas que participan en él tengan el calado moral necesario que les haga actuar correctamente. Consideramos que la preparación técnica no es suficiente si no va acompañada de una educación y de la vivencia de determinados valores que aseguren una buena conducta de las personas. En el trasfondo de esta crisis hay un problema ético, de una excesiva valoración del triunfo fácil, de la toma de decisiones con una falta total de prudencia, de una codicia que no se conforma con lo que ya tiene. Debemos recuperar, por tanto, los valores de la honestidad, el esfuerzo, la prudencia, la moderación en el uso y el consumo de los bienes. Somos conscientes de que ese cambio es a largo plazo, pero precisamente por ello, valoramos que se empiece cuanto antes.

8.       Advertimos que la motivación por la que las personas actúan está influida, en el ámbito empresarial, por los sistemas de incentivos que establecen las empresas. En ocasiones estos incentivos -así como las políticas y procedimientos que las empresas marcan para sus empleados- pueden crear conflictos de intereses con las personas, llevándolos a tomar decisiones pensando más en su propia rentabilidad que en la de sus empresas o clientes. Es importante que las empresas examinen estos incentivos para que generen conductas positivas en estos empleados, o, en todo caso, no promuevan conductas negativas.

9.       Por último, queremos señalar que es importante para recuperar la confianza en los mercados que el público advierta que quienes llevan a cabo acciones moralmente reprobables respondan por ellas. La ejemplaridad debería ser un referente de conducta, en especial para quienes tienen una mayor responsabilidad social y pública; pero, si esa ejemplaridad no se da, quienes cometen acciones contrarias a las exigencias profesionales y éticas, deberían asumir la responsabilidad de sus actos, así como reparar y restituir el daño causado.

El problema que hemos estado analizando durante estos días reviste una indudable complejidad y, en consecuencia, el modo de afrontarlo es también complejo. No pensamos que las soluciones deban ser unilaterales, sino que debe darse una combinación de medidas, tomadas con la prudencia necesaria, pero también con firmeza y decisión. Medidas que, actuando tanto en el plano técnico-económico, como en los planos regulador y ético, redundarán en una mejora de los mercados financieros y en una contribución al bien común de la sociedad.

La Granja, 26 de noviembre de 2009.

Contacto: Puedes escribirnos a hola@somosquiero.com y compartir en tu redes:

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Comentario

  • Enhorabuena por la iniciativa y el evento en sí. Es necesaria una reflexión -y, sobre todo, actuación clara, unívoca y eficaz- para «poner orden» en ese ámbito. Todo apunta a que el análisis es ya mucho menos necesario, ante la acumulación de evidencias sobre esta crisis, orígenes y consecuencias.

    Como contrapunto a esta felicitación sincera, señalar que algunos -sólo algunos- de los intervinientes deberían ir en la lista de «acusados» o «presuntos culpables» de la crisis. Lo que es asombroso es que aún acudan a estos encuentros a reflexionar y decir que la culpa es del sistema y demás… Vamos, es como si la Luis Roldán o Roca acudieran como expertos a hablar de la corrupción, qué ha pasado y cómo evitarla.

    También hay representantes de otras entidades que podían haber contado «cómo nuestra presencia, supuestos controles y/o parámetros no han servido para nada en todos estos años, más que para alimentar y legitimar esta crisis, hasta su explosión.

    Pero si esta iniciativa sirve de algo para que se tomen medidas serias, reales, valientes y eficaces… bienvenido sea!!

    Reitero mi enhorabuena.

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